EL MAL LLAMADO "CUBO DE AGUA"

Pekín se enorgullece del Centro Acuático Nacional, conocido popularmente como "El Cubo de Agua" por su estructura rectangular, sin embargo, un cubo es un poliedro de 6 caras, cada una de ellas formadas por un cuadrado. En fín, que más que un cubo es un paralelepípedo, pero eso de "El Paralelepípedo de Agua" no queda tan bien como "El Cubo de Agua" ¿verdad? (y más cuando -al menos en español- se usa la analogía del cubo como utensilio o recipiente que suele usarse para llevar o contener agua y otros líquidos).

Esta puntualización, no pretende quitar méritos a tan magnífica construcción, ni mucho menos. Es más, sólo es una escusa para hablar de esta maravilla arquitectónica cuya cubierta está formada por unas singulares membranas plásticas poliédricas que permiten el paso de la luz natural y que lo han convertido en el edificio estrella de los Juegos Olímpicos.

Esta especie de almohadillas transparentes permiten que este espacio arquitectónico esté iluminado al 90% por luz solar, y consiguen que el agua de la piscina se refleje por el interior de toda la estructura. La capacidad durante los Juegos Olímpicos es de 17.000 espectadores gracias a los 11.000 asientos supletorios de los que está dotado, asientos -que según la organización- se retirarán una vez finalice la cita deportiva, "convirtiéndose en un centro lúdico al alcance de todos los pequineses". El edificio, al que se accede a través de puentes, está rodeado de un foso con agua, forma un conjunto arquitectónico con el otro gran proyecto de estos Juegos, el Estadio Olímpico o "Nido", ambos equidistantes del eje norte-sur de Pekín. Han sido necesarios cuatro años, 6.700 toneladas de acero y 1.300 toneladas de varillas para levantar esta obra, diseñada por el arquitecto australiano John Pauline y construida sobre una superficie de 80.000 metros cuadrados.